Odio que mi mamá trabaje aquí. ¿Te imaginas a tu madre
trabajando en la misma prepa a donde tu vas? Es una bomba, lo digo
por experiencia. A penas oigo su voz en los pasillos, o en las áreas
comunes y pienso que se está quejando sobre mí, algo he hecho mal,
porque no importa cuanto trate de hacer las cosas bien, siempre las
hago mal en su opinión, mi mamá odia a su hijo.
Hoy en la clase de inglés, estaba yo trabajando en el esquema de
mi ensayo, el proyecto que empezamos ayer, la maestra nos dejo salir
a algunos estudiantes y a mi a trabajar en las mesas del hall, estaba
todo muy tranquilo, de repente oí la voz de mi mamá y la voz de Ms.
Morrison, la maestra de Historia. La sangre se me subió a la cara.
Seguro le estaba preguntando o reclamando sobre mis últimas
calificaciones. De por sí, ayer me decomisó el carro y ahora
esto...
Madison que me conoce desde que ibamos en cuarto de primaria,
solo tiene que mirarme para saber lo que ocurre, pero siempre la
defiende, no sé si porque es mujer, o es parte de esa forma positiva
de ver la vida que la hace una buena deportista. Juega voleiball y
su equipo está haciendo un buen trabajo, han ganado la mayoría de
los partidos, pero Madison aun siente nervios antes de cada partido,
y tiene que psicologiarse con ideas positivas. Una de las ideas que
me llama la atención de ella, es la de que el voleiball es también
cuestión de aplicar la psicologia, para adivinar o estudiar la
estrategia de los otros equipos y así jugar cada partido y lograr
mejores resultados. Por ese lado, me gusta su forma positiva de ver
la vida, ojalá yo pudiese aplicar su filosofía. Pero ella no sabe
lo que es que su mamá trabaje en la misma preparatoria, e interfiera
en todo lo que hace. Si supiera, seguro entendería cuando se me pone
la cara roja al escuchar la voz de mamá, si supiera que estoy a
punto de explotar quizá se ahorraría esa jugada:
“Tal vez lo merecías, cariño” me dice en una voz bajita y
melosa, sin levantar la vista de sus notas, como si en lugar de
querer amonestarme quisiera acariciarme la espalda o la nuca.
Cualquier arranque de furia se desarma con esa dulzura de voz, que
coincide con la cara pálida, el pelo claro, la figura fina y
alargada de Madison. ¡Qué clavada!
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.