miércoles, 1 de abril de 2015

EL CAOS DE LA INDIFERENCIA


De pronto estaba claro que su relación era un desastre. No importaba que Aura a veces todavía se hiciera la ilusión de que cuando él la trataba con desprecio, no era a ella, debía ser algo mas, alguien más de su pasado, el resto del mundo era lo que le irritaba, y siendo ella tan cercana a él, era la que recibía los malos tratos y las palabras poco amables. Pero esta mañana en que todo parecía estar al revés, el mundo se detuvo en sus pensamientos, y fue en ese instante  que todo quedo claro  “Soy yo, la causa de sus malestares soy yo” Esa brevedad en su larga lista de ocupaciones, fue la que la convenció de que ella era el obstáculo de sus vidas “Pero nunca lo ha dicho, no de manera directa, bueno, sí, pero fue sin querer”
¿Eso cambia las cosas?
No, él siempre dice las cosas sin querer, y después se la pasa emitiendo disculpas. Aura se ha preguntado muchas veces si alguna vez Raúl ha dicho algo que sí haya querido decir. Los colores de la vida diaria en una relación nacen de la palabra, y si la palabra involuntaria engendra muerte y amargura, sin querer se genera el caos. Una persona así es difícil de amar, aunque antes fuese distinto. Los de antes ya solo somos memoria.
En la memoria no queda la metamorfosis del caos, queda lo bueno la mayoría de las veces, por fortuna. El caos es siempre presente, cuando ha pasado es solo un mal rato, un sabor amargo.

Eso que vio claro frente a un Raúl callado a la hora del desayuno, mientras ella le contaba algunos recuerdos de su infancia, en un hospital cuando tenía cuatro años, cuando  conoció su primer amigo del que solo recuerda el nombre y vagos detalles, como el pelo tupido y oscuro, la piel pálida y su figura delicada. Se llamaba Rodrigo, solía prestarle revistas que le traían sus padres en los días de visita “era lindo”.

La indiferencia de Raúl, no le dejo más remedio que la dura realidad (él no tiene más interés en ella) y no se sabe en qué momento pasó, si en el momento en que él engulle a prisa la rosquilla con crema,  se está haciendo tarde para recoger la tierra de jardín, antes de irse a trabajar en la compañía de transportes escolares, a batallar todo el día entre los tonos altos de niños mal educados. No se sabe si fue en las noches en que se quedó dormido sin esperar a que ella volviera de su trabajo, lo cierto es que ya no es lo mismo.

Hace rato que Aura habla de algo, le preguntó su opinión sobre algo, pero Raúl no sabe lo que dijo, hay tanto que hacer, lo que menos quiere Raúl es distraerse en memorias infantiles. Si ella lo entendiera…
Aura se detiene de súbito, como si se hubiera dando cuenta de algo importante.


Cuando Raúl se despide Aura lo ve alejarse y le responde con el mismo tono de indiferencia con el que él la ha venido tratando, el silencio. Mientras se aleja por la banqueta, Raúl imagina que sus pasos le siguen como gritos doblados en forma de triángulos atravesados por los rayos del sol.


Beatriz Osornio Morales. Imagen de Jonathan Silvestre

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