La
multiplicidad y el reflejo
Cuando las cosas se doblan por la mitad, se tiene la sensación de que
algo en ese objeto se multiplica, no se sabe porqué, quizá sea ilusorio pero la
experiencia interior que descubrimos es real.
Para mí la multiplicación de las cosas siempre ha sido un tema
fascinante. La primera noción que tengo sobre la multiplicación viene muy del
pasado, de ese pasaje bíblico sobre la multiplicación de los panes y los peces,
la cual fue posible solo mediante la
división en porciones del pan y los peces, a mi corta edad fue algo que dejo huellas
duraderas. Siglos después, (o antes, si vemos la historia del mundo y no la
nuestra, el uso del espejo en otros materiales como el metal, sucedió más de un milenio A. C según se dice hay
indicios) a imagen del agua se inventó el espejo, del término latín specullum, en el cual pueden las personas
observar su imagen y a la vez, sentirse seres diversos.
Se edificaron ciudades a la orilla de ríos, lagos o mares. Se construyeron casas y ventanas en las casas para dejar entrar luz y seguir recordando el agua. Más tarde se
edificaron rascacielos, todos cubiertos de vidrios y espejos, estructuras tan
altas y cruciales en localización dentro de una ciudad, que los reflejos
mostraban todo lo de alrededor, incluso se podía ver el cielo en las paredes de
las mismas, y los hombres se maravillaron de ver que los edificios, vistos por
medio de otros edificios, producían la
multiplicación de estos, los rascacielos se multiplicaron, el mundo se abría.
Los reflejos crean la visión de multiplicidad, por medio de reflejos
podemos ver lo que no alcanzan a ver nuestros ojos por sí solos, y es de ese
modo que el reflejo tiene un valor especial para mí.
Beatriz Osornio Morales.