miércoles, 5 de junio de 2013

EL LECTOR COMÚN

El Lector Común

Cuando termine de leer este libro lo primero que pensé fue:
“¡Cielos! He terminado    “El Lector Común” ¿Y ahora Que voy a leer?”
Ginia es una excelente compañía. Leer sus cosas es como tomar una taza de café acompañada, aunque quizá en vida, ella hubiese preferido una taza de té, costumbre de ingleses. Las tradiciones, tengo sabido por experiencia, es difícil sacudírselas, y no hay de que sorprenderse.  Los mexicanos por ejemplo, no podemos vivir mucho tiempo sin consumir los productos del maíz, los frijoles y la salsa; unas semanas de privación de alguno, y estamos a punto del colapso emocional.
A veces cuando leo a Virginia Woolf (Ginia) tan despacio para no quedarme  pronto sin su compañía, tengo que renovar el préstamo de sus libros a la biblioteca, y me pregunto si en su vida hubiésemos compartido algún  encuentro por breve que fuese, no solo yo leer sus libros y sentir que platico con ella: ¿Habría sido posible algún tipo de amistad? Le aprendo mucho. Espero que no sea molestia  la familiaridad de llamarla como la llamaba su hermana Vanessa, a quien no me atrevo a llamar “Nesa” porque conozco  poco de ella, lo suficiente quizá para saber que era pintora,  y para admirar el gran cariño que le tenía “Ginia” nuestra Ginia.
Y ahora sí, al grano con el libro.
“El Lector Común” es un libro mucho más maduro que la versión de los primeros ensayos de su autoría, cuyo contenido es un compendio de ensayos breves y revisiones de libros de otros autores. Dichos ensayos fueron publicados en su tiempo en periódicos, y recopilados posteriormente para ser publicados en forma de libro; una joyita para aquellos que tienen interés en la literatura, no solamente en el género ensayo. Como el título sugiere, bien puede ser leído por lectores comunes, es un libro con temas diversos, por tanto, lectores diversos pueden encontrarlo de interés.
No hay desperdicio en el contenido, sobre todo porque en este volumen Virginia logra una vivacidad en su prosa, que prácticamente mantiene al lector interesado en los argumentos del libro que ella leyó, el tema que le interesó, o la experiencia particular que se encontró en la vida. Es una pena que no puedo quedarme con este  libro, comprendo que su lugar está en la biblioteca para que muchos más lectores tengan acceso a su lectura.
Lo que particularmente me maravilló no solo por su calidad narrativa, sino también porque lo encuentro instructivo, fueron los dos últimos capítulos: “The Patron and the Crocus” y “How It Strikes a Contemporary”
El primero,  no estoy segura si hay una traducción al español hasta ahora; su título tiene un sentido figurativo,  y sería casi imposible una traducción literal que conservara el sentido que encierra el ensayo.  “El Mecenas y el principiante”   sería el sentido apropiado (“Patron” se traduce en este caso como mecenas y “Crocus” es literalmente “azafrán” así que sería “El mecenas y el azafrán”  lo cual estaría completamente fuera de lugar, pero al parecer hay en Inglaterra un tipo de flor que florece muy al principio de la primavera, eso  explicaría perfectamente  el uso del término  “principiante” aquí). Este ensayo delibera  al respecto de cómo el mecenas,  o los maestros experimentados aconsejan al joven escritor en sus comienzos:  El joven escritor debe escribir de forma directa y espontanea, sin más ni más que para sacar lo que hay en él. Después de esos comienzos, el joven escritor se va formando un estilo propio, que busca no perder el primer contacto con los mecenas, y a la vez busca establecer relaciones con más lectores,  pero siempre con la conciencia clara de  para quien escribe.
En el caso de “How It Strikes a Contemporary”  “Cómo le parece a un contemporáneo” (es el sentido que nos sugiere nuestra amiga Natalia en su comentario o "Cómo le llega a un contemporáneo" sería el sentido que encontraría un lector común)  se trata de un estudio bastante sustancioso sobre el valor de la literatura moderna en comparación con los clásicos, y lo difícil que es para la crítica de la modernidad,  analizar lo recientemente producido, quizá por su cercanía en la realidad actual, pero también porque en la modernidad se ha ido personalizando  -subjetivizando- la visión de la literatura, lo que complica dar o analizar con el mismo valor que se hace en referencia de los clásicos.
Este ensayo es básicamente una comparación de la crítica contemporánea con la de otros tiempos, y a la vez, de la literatura moderna con otros estilos del pasado, pero no solo eso, sino que  abarca también  las distintas formas en que la situación social, ha influido y sigue influyendo al momento de escribir.  Virginia Woolf diserta  en este estudio,  que si a los autores modernos, muy estudiados en cuanto teorías y estructuras, en cuanto al arte en sí, les  hace falta creer mejor en lo que escriben,  será difícil transmitir con fuerza algo que perdure. No solo hace falta saber que se escribe bien, sino que hace falta creer lo que se pretende comunicar. Necesitamos creer nuestra propia historia.




Beatriz Osornio Morales.


Espero que la extensión del post no causar inconvenientes en sus planes para hoy, agradezco de antemano su valioso tiempo. FELIZ SEMANA, FELIZ VERANO!!!


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