martes, 22 de noviembre de 2011

AUTORETRATO




                                       Con los ojos bien abiertos sé donde estoy.

Cuando mis ojos se cierran, no estoy, es otra la luz en la habitación.

                              Donde un cuerpo voluble y hosco, erguido en la almohada lee

 una mujer de contornos tenues, casi airosa camina.


Sé hacia donde voy tras la pared de los parpados,

lo que no sé es cómo regresar del abandono.


Mi cuerpo de trigo sigue inmóvil, semidesnudo

con las venas saltadas y las cabezas negras en los poros apenas visibles, un tic en la comisura de la boca,

reconozco el olor a sudor y la respiración espasmódica,

la rugosidad  que apareció en mi piel sin darme cuenta, semi cubierta por mechas de cabello renegrido y lacio.



Llevo dos semanas leyendo poesía  “árbol adentro”
 

¿Serán estas arrugas nuevas señales de tiempo?

 espigas son mis manos  y el tráfico, los sueños, cúpula de vientre llano, elevado,

la playera verde de dormir, las desnudas piernas y el suavizante en las sábanas, espigas.
 

De esa mujer que anda descalza en  aires dorados, a ratos grises   

y cruza puentes de palabras sobre un río sin balsa, sin leyenda,

sé muy poco a pesar de que la encuentro, cercana.
 

Siento ganas de preguntarle todo pero,

cuando nos tenemos frente a frente,

dice que se fue hace rato,

lo que veo es solo aliento.
 



Beatriz Osornio Morales –Hampton,VA. Marzo 2, 2011.


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